Soy pro-colecho. No tanto por convicción como por necesidad. Cuando nació mi hija se despertaba continuamente. Yo la tenía en su cuna, a mi lado y levantarme para atenderla me hacía perder el equilibrio (a pesar de tener la cuna a pocos centímetros) y estar a punto de caer muchas, pero muchas veces. Me podía el sueño y el cansancio. No era capaz de hacerlo… Tras unos cuantos moratones, probé a meterla en mi cama aún a riesgo de que «se acostumbrara». Continue reading