Pinky, Ponky y Punky son los protagonistas de Los Tres Cerditos, cuento que se representa en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid con mucho ritmo a cargo de la compañía La Ratonera. Un espectáculo familiar de títeres y música para poner en escena un clásico universal con el que pueden aprender nuestros pequeños valores como el respeto y la igualdad (no sólo aparece la figura de una cerdita, sino que además es toda una heroína).
Sin duda el mundo porcino es un valor seguro con el que los más pequeños de la casa disfrutan. Enganchados al universo Peppa Pig, los tres cerditos se suman a ese mundo, convertidos en personajes entrañables y divertidos con los que nuestros hijos aprenden enseñanzas tan valiosas como el esfuerzo, la solidaridad y el no dejarse engañar por las apariencias. Y es que ya se sabe, del cerdo hasta los andares. El Lobo Feroz también tiene sus seguidores y, sin desvelar el final y desvinculándose la adaptación de la obra clásica, en esta versión promete darnos una sorpresa.
Los protagonistas se ganan rápido el cariño y complicidad de los niños. Con una gran interacción con el público, los tres cerditos nos ponen a bailar y a cantar, con lo que el espectáculo se convierte en una fiesta. Y mientras, los tres cerditos con ingenio buscan nuestra ayuda para escapar de las garras del Lobo Feroz. Aunque éste, si bien temido por nuestros pequeños, casi sin necesidad de pedirlo, pone a toda la familia a soplar y soplar para derribar las casitas. Y es que si se trata de jugar y participar no discriminamos entre buenos y malos porque ya se sabe, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos.
Los Tres Cerditos es sin duda uno de los cuentos que más gusta a nuestros hijos y si encima les enseña la importancia del esfuerzo y la solidaridad no hay excusa para no acercarse al espectáculo. La obra nos cuenta que con esfuerzo todo se puede conseguir, pero que si no nos esforzamos en aquello que hacemos las cosas no acaban bien, como les pasa a Ponky y a Punky que solo quieren jugar y saltar en los charcos de barro, dejando para más tarde la construcción de sus casas sin importarles que la falta de tiempo y la improvisación puede tener malas consecuencias. El esfuerzo, la constancia y la perseverancia se ponen sobre el escenario con la cerdita Pinky, que sí se esfuerza por hacer una casa segura a prueba de soplidos de lobo y público. Además Pinky también nos recuerda lo importante que es la solidaridad y el ayudar a los demás lo cual demuestra al acoger en su casita de ladrillos a sus amiguitos para que no se los coma el Lobo Feroz.
Se trata de un clásico de siempre que todos hemos escuchado cuando éramos niños, que nos ha servido de referencia para comprender cuán importante es saber compaginar trabajo e imaginación para defendernos de las. Un aprendizaje que legamos gracias a esta obra a nuestros hijos con el envoltorio de aullidos, soplidos y gruñidos. Oink, Oink.