El sábado estuvimos en la Feria del Libro de Navalcarnero y lo pasamos genial. Asistimos a títeres, a obras de teatro, dimos un paseo por las casetas, pintamos en el espacio dedicado a talleres infantiles, leímos cuentos en el de la Biblioteca Municipal, compramos cuentos y libros… Vamos, un plan estupendo para un sábado soleado y con un deslumbrante cielo azul.
Nuestro primer plan fue el de los títeres. Como la feria estaba dedicada a Cervantes, los personajes eran unos pingüinitos muy graciosos que se llamaban Qui y Jote y la historia trataba de piratas, pues uno de ellos tenía el sueño de surcar los mares. Entonces, se queda dormido leyendo un libro y sueña que se ha convertido, por fin, en pirata y en su sueño vive geniales aventuras, todo ello en clave infantil y muy participativa. Las actuaciones se realizaban en una gran carpa enmoquetada y climatizada, ubicada al lado de las casetas de las librerías, en la que los más peques se podían sentar adelante en el suelo para no perderse nada y estar más metidos en la obra, y los padres podían sentarse en sillas que estaban atrás, así que el evento estaba muy bien organizado en este sentido.
Después salimos a dar una vuelta por la feria, visitamos las casetas y algún ejemplar infantil y de adulto cayó… ¡Inevitable! Además, mereció la pena la visita porque la feria se ubica en la Plaza de Segovia de Navalcarnero, un lugar muy bonito que os recomiendo que visitéis, si es que no lo conocéis ya.
Después de comer –otro punto que conviene resaltar es la gastronomía de Navalcarnero, ¡ñam!-, subimos otra vez a la Plaza, esta vez a la obra de teatro infantil La Mona Risa. ¡Me pareció súper original su planteamiento! Fue la típica obra con la que disfrutan los niños, pero también los padres. El personaje era una simpática y disparatada parodia de la Mona Lisa, que estaba en un museo y cobraba vida cuando éste cerraba sus puertas o cuando no había nadie mirando. A lo largo de la divertida obra, el personaje hacía gala de un humor para niños, muy tipo payasada, pero también de un humor más sutil para adultos, algo que los papás agradecemos.
Cuando terminó la obra de teatro, las niñas y yo nos quedamos leyendo cuentos en el espacio que la Biblioteca Municipal tenía en la feria y luego aprovechamos para pintar unos dibujos en las mesitas de colores que había allí para los talleres de los niños.
En resumen, un gran plan, en un bello municipio y con el fomento de la lectura y la cultura como telón de fondo, ¿qué más se puede pedir?