El sábado pasado fue un día genial. Además de organizar un divertido (muy divertido) taller con Sabbiarelli pintando con polvo de mármol en Fnac Callao, aprovechamos para escaparnos un ratito, un ratito antes del taller, a ver la obra Los cuentos rebeldes, en Microteatro por Dinero. Es lo bueno de microteatro: siempre se puede hacer un hueco para verlo y disfrutarlo porque tiene una duración perfecta.
Teniendo en cuenta las obras en cartel, teníamos decidido que queríamos ver Cuentos Rebeldes, una obra en la que aparece, entre otros personajes, un lobo bueno. Estamos en un periodo en el que los malos son muy malos en la mente de los peques que nos acompañaban y queríamos que vieran a ese lobo desde otro punto de vista. ¡Y lo conseguimos!
En esta obra, interpretada por 2 únicas actrices, Laura Renieblas e Ingrid Querol, conocimos a un montón de personajes: Una princesa que no quiere casarse con el príncipe cada vez que se lee su cuento, un lobo que es bueno y no quiere más narraciones en las que se asuste a los niños y un hada triste por no conocer el final de la historia. Todos ellos andan perdidos, buscando un autor que sea capaz de crear un cuento donde cada uno de ellos pueda hacer lo que realmente le hace feliz.
Laura Renieblas e Ingrid Querol dan vida magistralmente a una historia dentro de otra historia y de esta forma homenajean a los autores de cuentos. Sorprendieron y gustaron a niños y padres desde el primer momento, aunque hubo también algún pequeño susto para los más pequeños, pero también divertido y simpático.
Más allá de pasar un rato agradable, es posible incluso que algún niño termine la función queriendo ser de mayor, quién sabe, autor de cuentos, de historias que se salgan de los caminos habituales y sigan divirtiendo haciendo soñar a generaciones.
En resumen, obra que nos dio lo que necesitábamos: el mensaje de que cualquier niños es capaz de crear una historia como más le guste, unos personajes que son mucho más de lo que suelen ser, una interpretación divertida y, en resumen, quince minutos en los que la emoción y el interés se mantienen a tope, sin decaer ni para los padres ni para los niños.
Si después de 15 minutos de teatro os quedáis con ganas de más, os recomendamos probar más obras de microteatro. Aquí os contamos nuestra experiencia cuando vimos las 4 en una sola mañana: ¡nos encantó!