Hoy se celebra el Día contra el Cáncer de Mama y me he levantado con una musiquita en la radio que me ha puesto los pelos de punta: «Vivir», de Rozalen y Estopa. «Hoy me toca ser feliz», dice la canción, una canción de esperanza y buen rollo que es lo que hace falta para afrontar todo esto de la mejor manera posible.
Hoy se celebra un día que nos recuerda que queda mucho por hacer. Todos los días internacionales de algo en realidad tienen una nota triste porque si hay que reivindicar algo, es porque lo que se hace no es suficiente. Desde luego contra el cáncer hay mucho que hacer, mucho que investigar y, por favor, mucho que INVERTIR.
Hace poco, cuando volví a vivir a mi ciudad natal, me encontré con una chica con la que trabajé en mi primer empleo de periodista. Una estupenda persona, diseñadora, ahora madre de un niño de la edad de mi hija mayor. Una de esas persona con las que es fácil hablar. Ella diseñaba y yo escribía, con otro «compañero», hoy mi marido, la revista de una asociación de estudiantes hace casi 20 años. Lo pasábamos muy bien. Nos sentíamos mayores, era una sensación fascinante.
Ante la ausencia de redes sociales, nos perdimos la pista durante años. Nuevas ciudades, nuevos trabajos… pero volvimos a encontrarnos. Hoy nuestros hijos comparten pupitre en el cole y nos vemos todos los días. Un encuentro que dura escasos minutos, pero me reconforta y me pone en marcha para afrontar el día. Me trae caras amigas y de confianza y me hace sentir bien.
Hace unos días la vi, como todos los días, con un pañuelo en la cabeza y os prometo que me llevaron los demonios. No me lo podía creer. Ella, discreta como es, no había dicho nada en días previos, pero llevaba un tiempo en tratamiento y los efectos ya se notaban. «¡Maldita sea!», pensé. No podía salir de ahí. Quería dar una patada en el suelo y enfadarme con el mundo.
«Me lo tomo como un descanso, como algo bueno para poder estar más tiempo con mi hijo», me decía. Los ojos brillantes, la sonrisa enorme como siempre. Es valiente, es luchadora, es estupenda, pero no hacía falta esto para saberlo. Por eso me dio también tanta rabia. Hay personas que ves que se dejan llevar, que se dejan comer por el día a día, que no aprecian lo pequeño… pero no me parecía su caso. Ella tiene la lección aprendida. No tiene necesidad de aprenderla. Aunque conociéndola alguna lección importante está aprendiendo ya. Lo convertirá en algo provechoso a pesar de lo injusto y lo innecesario.
Mientras me hablaba solo podía pensar: Lo vas a superar, esto quedará en un mal sueño. Ya os he dicho cómo es así que no me cabe duda.
La tasa de supervivencia del cáncer de mama se sitúa en el 90% a los 5 años. Es mayor aún en algunas ciudades. Lo que me mata es sospechar que hay nuevas investigaciones, nuevos tratamientos y que no siempre se sigue adelante con las investigaciones porque priman otros intereses (como los económicos). Esta es la parte que no me entra en la cabeza.
El cáncer es sin duda la enfermedad que más duro nos está pegando en esta época. ¿Será porque vivimos más, será por cómo vivimos…? No lo tengo tan claro. Conozco demasiadas personas muy jóvenes que han sufrido cáncer así que no se trata de que nos hagamos mayores y «van saliendo cada vez más cosas que se estudian y diagnostican», como dicen por ahí. «Antes morían sin saber qué tenían», dice siempre mi madre. Puede que sea cierto, pero morían a los 60, a los 70… ahora el cáncer golpea demasiado pronto. ¿O es mi impresión?
No sé a qué se debe, pero hay que acabar con ello. Esta enfermedad la vamos a cronificar primero y a aniquilar después y quedará como un mal recuerdo del pasado. Y hay que hacerlo cuanto antes.
Con nuestro apoyo en la base como sociedad, colaborando y con gobernantes que sepan gestionar las aportaciones para investigación, esto debería estar chupado. Los profesionales e investigadores los tenemos y son increíbles. Y siguen formándose más y más que nos abrirán el camino a una curación del 100%.
Amiga, TU VAS A GANAR ESTA GUERRA, LA HUMANIDAD VA A ACABAR CON EL CÁNCER. Es así. No hay otra posibilidad. Así que a por ello y sonriendo. La vida siempre merece una sonrisa.