Decir Stage Entertainment es emular la perfección. Musical que viene de esta productora, musical que es un éxito asegurado. Ejemplos claros de ello son El Rey León o Anastasia. El otro día estuvimos en el preestreno de su último trabajo: Aladdín, en el Teatro Coliseum y nos fascinó. Una escenografía que nos trasladó a los bazares del lejano oriente, al gran Palacio de Ágrabah o a la mismísima Cueva de las Maravillas; un colorista vestuario, en el que cada bordado y cada tela emana arte y un elenco de diez hacen que esta obra musical esté a la altura de las mejores producciones de Broadway.
Nada más llegar a la entrada del Coliseum, se percibe que lo que vas a ver es algo grandioso. La cartelería, los luminosos e incluso en “merchandising” de la entrada principal lo indican. Una vez en el patio de butacas, llama la atención el telón, ya que el clásico de terciopelo rojo ha dado paso a uno muy colorista, estilo “patchwork”, que recuerda a las alfombras persas. Y es que Stage Entertainment cuida cada detalle.
Nada más abrirse el telón, es el genio quien nos introduce en la historia. Aún no hemos descubierto la magnitud de la escenografía cuando éste sale a escena y hace la introducción. De repente, se abre el otro telón y nos trasladamos automáticamente al mercado de Ágrabah, con sus coloridos puestos, sus calles destartaladas, su muchedumbre que compra y vende y vemos a Aladdín y a sus tres amigos Kassim, Babkak y Omar, que sustituyen al simpático Abu, el inseparable macaco amigo del protagonista. Sin duda, un acierto por parte de la producción porque estos tres amigos hacen las delicias del público durante toda la función, cada uno con su personalidad: tenemos al amigo sensible y leal, al valiente y orgulloso y al gracioso y glotón. Como decíamos, aparece Aladdín en escena, robando para comer y perseguido por los guardias. Al ver la escena, parece que estemos viendo la cinta original animada de Disney, delante de nuestros ojos, de tan bien llevada que está.
El Palacio de la princesa Jasmine es otra joya escenográfica. Habitaciones, artesonados y piedra tallada, jardines… Otra escenografía que nos dejó ojipláticos a todos fue la de la Cueva de las Maravillas, con una ornamentación, que parecía sacada de la gran pantalla y trasladada al escenario del Coliseum. Las perfectas escenografías se suman a la magia que rodea cada escena. Y, cuando decimos magia, no hablamos en sentido figurado. Es increíble cómo consiguen que el genio aparezca en escena, cómo existen cambios de vestuarios entre humo, cómo la alfombra vuela por un cielo lleno de estrellas y viajamos con ella. ¡Pura magia!
El vestuario hace justicia también a la escenografía de diez. Prendas de vivos colores, bordados en oro y plata, preciosos brocados y pedrerías, nos trasladan a la vida palaciega. Aunque el colorido tampoco se queda atrás en las escenas del mercado de la ciudad de Aladdín.
Un elenco fabuloso
Mención aparte merecen los protagonistas del musical, que empastan a la perfección con las características de los personajes de la mítica obra de Disney. Se nota la exigencia de los castings de Stage porque pudimos ver en escena a los mismísimos personajes de la peli animada. La dulce y bellísima Jasmine, encarnada por Jana Gómez, con una voz impresionante; el intrépido y noble Aladdín, interpretado magistralmente por Roc Bernadí; el malvado Jafar llevado a escena de manera impoluta por Álvaro Puertas y acompañado por su loro Iago, que es Ian Paris. Ambos nos hicieron desternillarnos de risa con sus risas malvadas. El sultán es Albert Muntanyola y no pudo gustarnos más y los tres amigos de Aladdín son Josep Gámez, Robert Matchez y Álex Parra y, al igual que Abu en la peli, ponen la nota de humor con soberbias actuaciones e interpretaciones. Otra acertada sustitución de animales en escena es la del fiel tigre de Jasmine por tres doncellas interpretadas por Elena Rueda, Kristina Alonso y Zoe Buccolini.
Hago un punto y aparte para hablar ahora de nuestro personaje preferido, tanto en la peli, como aquí en el musical de Stage: el Genio, al que da vida David Comrie ¡y qué vida le da! Es impresionante el arte que desprende este cubano, la gracia y el desparpajo que tiene en escena. Nos partimos de risa, a cada momento y, además, cuenta con una voz y con una técnica de baile que nos impactó a todos.
Y hablar de Aladdín sin mencionar su banda sonora, no tendría ningún sentido. Impresionantes las interpretaciones de las canciones más famosas de la peli, con alguna variación en la letra, como Un Mundo Ideal o Un genio tan genial y otras composiciones musicales no menos atractivas. Hay un momento que nos encantó, en el que el Genio se marca un remix con trozos míticos de canciones Disney, que fue una pasada. La calidad vocal de todos los intérpretes es de diez y la música en directo, una maravilla.
En esencia, auguramos que Aladdín estará en la Gran Vía madrileña muchos años y, por supuesto, ¡no podéis perdérosla! Entradas a la venta en www.stage.es.