Lo imposible es posible para Yunke. Ayer estuvimos en el Pabellón 1 de IFEMA viendo el nuevo espectáculo del Mago Yunke “Hangar 52 Revolution” y salimos alucinados. El show no da tregua a cabeza y ojos. Solo en el intermedio ambas partes se relajan 15 minutillos, pero el resto del tiempo estás ojiplático, sin pestañear para no perderte nada. Y si no, ¡que se lo digan a mis peques! Solo repetían una y otra vez: “pero mami, ¿cómo es posible?”. Y yo les decía: “¡magia!” Y es que este genio consigue meterte de lleno en la magia y en las ilusiones de un espectáculo, que combina a la perfección innovación tecnológica, música y ritmo, con unos números que son fascinantes todos ellos y un hilo conductor de historias de lo más impactantes que te enganchan desde el primer instante.
La aparición de Yunke en el espectáculo ya impresiona. Se presenta de repente de la nada, de pie sobre una rejilla. A partir de ese momento, teníamos claro que “Hangar 52” no nos iba a dejar indiferentes. Como su propio nombre indica, todo el escenario era la reproducción de un hangar de aviones, con su pista de despegue y su aire minimalista y futurista. Dos maxi pantallas flanquean el escenario del hangar y otra lo preside. En esta última se van proyectando las imágenes que presentan cada número, las historias que los enmarcan y contextualizan. Unas historias que enganchan por su halo de misterio, por sus curiosidades, por su relación con la historia…
En concreto, a mí me fascina el número del Antiguo Egipto y el Ojo de Horus. La escenografía de este número es apasionante y comienza con la narración de la construcción de las pirámides como tumbas funerarias y todo lo que tiene que ver con la deidad de Horus y su protección a vivos y muertos en el Egipto faraónico. Cuando aparece en escena la representación del ojo atravesado por un haz de luz azul, el efecto es una maravilla. Todos los peques, siguen con su mirada, alucinados, esa luz azul que sale del ojo. Y ya cuando Yunke abre la compuerta del ojo y aparece la mano de una momia es el no va más. En principio, parece de mentira, aunque luego comenzará a moverse. ¿Por dónde se habrá metido la persona que mueve la mano? No se sabe, ya que todo alrededor está a la vista. Es un número fascinante que tenéis que ver en directo.
Otro de los números que nos fascinó fue el Hombre Vitruvio. Un número precedido por la historia de las proporciones, por el estudio de las mismas por parte del hombre para plasmarlas en papel. De hecho, Leonardo Da Vinci es el hilo conductos de varios de los números de Hangar52. Como decía, preceden a este número dos bailarines de clásico, ataviados con monos que representan la musculatura interior del cuerpo humano y es una auténtica delicia ver a esta pareja de artistas moverse. Ellos protagonizan, antes del famoso y premiado número de Yunke del Hombre Vitruvio, un más difícil todavía de un receptáculo de hierro que es atravesado por una especie de arado en llamas. ¡Es fascinante!
Pero, sin duda, en cuanto a puesta en escena y a montaje, nos quedamos petrificados con la actuación de la máquina perforadora. Era un número totalmente novedoso y nunca antes visto, en el que, la historia proyectada en la pantalla gigante habla de la creación de la naturaleza y de la relación del ser humano con ésta. Del agotamiento de los recursos energéticos, de la velocidad que la humanidad lleva y de cómo nos estamos cargando la vida a nuestro alrededor. De repente se ve cómo Yunke, personaliza el medio natural y es atravesado por la máquina perforadora con un realismo que sobrecoge. La actuación del artista y los efectos de este momento son maravillosos. Te deja sin aliento. Por un momento Yunke aparece inerte hasta que, de repente, comienza a volver a la vida y el vídeo de los recursos naturales empieza también a retroceder a cámara rápida. ¡Me encantó ese mensaje de concienciación con nuestro medio natural y el paralelismo que Yunke hizo con su propia persona en escena!
El número de las artes de lucha chinas con flechas nos alucinó también y en el que Yunke tiene que zafarse de una camisa de fuerza boca abajo para no ser atrapado por un arado en llamas fue de lo más angustioso, en el buen sentido. Pero creo que, cuando el Mago Yunke más se crece en escena, es cuando interactúa con el público. Su cercanía y su margen a improvisar algo más, le aportan aún más frescura -si cabe- y se palpa todo su ingenio. Muchos de los asistentes fueron testigos muy cercanos de sus imposibles dotes adivinatorias, escapatorias y ¡hasta de teletransportación! De hecho, una mujer del público desapareció en el escenario y apareció ¡en la entrada del Pabellón! Pero los momentos más mágicos fueron los que vivieron en escena los niños. Uno de ellos, de solo 4 años, alucinó y fue la atracción del auditorio con su inocencia. Otro peque, de la misma edad, desapareció nada más y nada menos que ¡de la cabina de un avión de la Segunda Guerra Mundial pilotado por Yunke! Para aparecer al momento por un lateral de las gradas, sobre los hombros del mago.
Solo os puedo decir que no os penséis ir a ver este magnífico y grandioso espectáculo. Os dejará impactados a mayores y pequeños. Estará en IFEMA hasta el 9 de enero. Podéis comprar las entradas en www.hangar52.es.