Hay algunos comentarios, generalmente de desconocidos que hablan por hablar, que me ponen nerviosa: una es que pidan besos a mis hijos, otra que digan que los niños se entretienen con las cajas de los juguetes y otra que se cuestionen para qué quieren tantísimos juguetes «si al final no juegan con nada».
Sobre lo primero y sin entrar en polémicas, creo que el niño debe ser libre de dar un beso cuando quiera y a quien quiera. Sin que haya que pedírselo. Si alguien cree que es el momento de besar al niño, porque entra o sale de casa en ese instante, que predique con el ejemplo y en lugar de pedir besos, los dé. Siempre sin importunar al niño ni forzarle a que «se deje». Es mi opinión.
Sobre que los niños se entretienen con las cajas… es totalmente cierto… ¡a determinadas edades! Dale a un niño de 7 años una caja vacía y verás dónde la tira. No es que les eduquemos en el materialismo, es que un regalo se aprende que está formado por varias partes: papel, caja y juguete en cuestión. Los padres de niños mayores de 3 años estarán de acuerdo conmigo en esto.
Sobre si sería mejor que tuvieran menos juguetes, está claro que sí. No necesitan ni de lejos todos los que tienen. Igual que nosotros no necesitamos todos los abrigos que tenemos en el armario. Pero, igual que en mi caso no me pongo ni la mitad de mis abrigos a lo largo del año, los niños sí juegan con sus juguetes. Si no con todos, sí con un altísimo porcentaje. En el caso de mis peques, van por rachas y saltan de uno a otro como pueden, porque muchos les reclaman su atención, especialmente en días posteriores a grandes fechas jugueteras (cumpleaños y Navidad), pero jugar, juegan con todos.
Y esa capacidad de jugar con todo a la vez e ir incorporando distintos tipos de juguetes a una misma acción, me parece una maravilla. Me fascina ver cómo son capaces de mezclarlos, de incluir en sus historias juguetes de diversos tipos e integrarlos en una trama conjunta.
Estas Navidades, como sabéis, en casa ha llegado Peppa Pig en bicicleta, unos cuantos personajes de La Patrulla Canina con uno de los vehículos e incluso un Zowi del que se enamoró la madre (mea culpa) y pidió en su carta de Reyes. No lo pude evitar, me encanta este robot. Es una pasada y creo que tiene un potencial maravilloso. Seguiré investigando cómo sacarlo partido más allá de las funciones programadas, que por el momento nos tienen locos en casa superando pruebas, porque parece ser que los niños pueden llegar a programar sus propias funciones, nuevas, ellos solitos. Parece ciencia ficción, pero ocurre.
Así, en nuestro juego, para compensar que no tenemos todo lo que necesitan los cachorros de La Patrulla Canina, construimos una torre de control con piezas aptas para niños a partir de 6 meses. Esas grandes de colores pastel que los bebés no pueden comerse. Con otras más pequeñas de construcción (de un juego que fue mío cuando yo tenía la edad de mi hija) hicimos un par de vehículos más para que los cachorros viajaran en parejas. Encontrar este juego de construcción en el trastero fue una absoluta fiesta que se prolonga un rato cada tarde desde hace seis meses.
Con los vehículos de salvamento hechos por nosotros va nuestra patrulla corriendo como loca mientras les persigue Peppa Pig en bicicleta, que ha perdido los frenos y no puede dejar de cantar porque la bruja de Blancanieves la ha hechizado. Esta fue la historia de ayer. Por suerte, aunque la Patrulla Canina no se hacía con la situación, llegó Zowi, al que hemos apodado Aida Zowi que consigue parar a Peppa estirando su pie y haciendo un divertido baile que nosotros mismos hemos programado en el móvil con la aplicación que nos ayuda a manejarlo.
Nunca intervine en la creación de la historia, que cada día cambia y se transforma. Cada día que toca jugar con estos componentes, porque otras veces Aida Zowi se convierte en el rey de las cocinillas,a La Patrulla le da por tocar el piano o irse de vacaciones en su caravana para visitar a los 7 enanitos que han sido invadidos por los ponis, otros grandes rescatados de mi infancia.
La imaginación es libre e infinita, ¿no os parece? Y el tiempo de juego con los niños un privilegio. Dicen que los niños aprenden jugando. Es evidente, pero siempre me planteo lo mismo: ¿Quién aprende más jugando, ellos o nosotros? Es MARAVILLOSO.